Su aspecto perturbador no había impedido que terminara como detective de cuarta, medio ahogado en una oficina casi virtual colgada en un punto del viejo casco de la cada vez menos poblada ciudad.
-Ahora puedo contemplar desde muy alto la ciudad; ese organismo con vida propia, en la cual convivimos día a día hombres y mutantes, herencia de una realidad donde los problemas con la atmósfera, los alimentos alterados y la manipulación genética, parió a mi mundo. El elegir es un lujo que solo los de herencia genética perfecta pueden darse. La mayoría prefieren los asteroides o mundos exteriores, o en "reservas ecológicas", zonas privadas, bien equilibradas, salvadas a un alto costo.
Mi nombre es Eigual Stoll, 90% humano.